Quiero llenar mi vida de primeras veces. Mi primer libro, mi primera Feria del Libro.
Parece que llega un momento en tu vida, ese en el que estas catalogada como "adulta", como si ese término fuera sinónimo de "ahora relájate y confórmate con lo que tienes".
La verdad es que yo me había quedado atrapada en ese pensamiento, tengo que reconocerlo. Todos mis esfuerzos estaban destinados a disfrutar y valorar lo que tenía. Algo que está muy bien, siempre y cuando te sientas a gusto con lo que te rodea. Pero si ponía tantos esfuerzos, me da, que ese no era mi caso.
Creo que el punto de inflexión, ese hecho desentacadenante que abrió la puerta a cogerle gusto a salir de la zona de confort fue "la primera vez que me divorcié". A partir de ahí ,como una drogodependiente, busco esa adrenalina de experimentar nuevos retos, nuevas emociones. Poco a poco he ido superando los bloqueos en lo que yo sola me fui enjaulando, como, por ejemplo, con la comida. Sí, no pobré las alcachofas hasta los 42 años, porque me autolimitaba a mí misma negándome a probar sabores nuevos, o poniendo líneas rojas que autojustificaba por mi timidez, como no yendo a las macro fiestas de Navidad de la empresa, porque suponía me iba a sentir incómoda con tanta gente alrededor.
He superado barreras de etiquetar a ciertas personas sin darles una oportunidad, de romper el miedo al "qué dirán", a salir de casa en pijama a pasear al perro porque me importa un carajo mi aspecto. Como también he superado mi excelente educación de ser siempre educada y ahora mando a freir espárragos a todo el que me toca las narices o pretende soltarme una chapa. Eso sí, muy educadamente.
He aprendido a fijar mis metas, focalizar mis deseos y luchar por ellos, sin ayuda y sin pedir permiso.
He superado la vergüenza al fracaso o a hacer el ridículo plasmando en papel y para la posterioridad todos mis sentimientos y pensamientos más profundos en un libro de 300 páginas, a disposición de quien quiera leerlo, amigo o desconocido. Exponiéndome a la crítica de si gustara o no, o si pensaran que soy idiota... etc.
He descubierto la gran paradoja de que cuántos más muros de autoprotección derribas más segura te sientes. Porque todos esos muros son tan solo el reflejo de todos tus miedos, si te enfrentas a ellos, conociéndote, aceptándote y valorándote, los muros van cayendo a la vez que la seguridad en tí mismo va creciendo. Esa seguridad que tan solo se encuentra en tu interior y tan solo tú eres dueño de ella. Es esa seguridad la que va de la mano de la autoestima, quién por las mañanas te da los buenos días con dosis de cafeína en vena para que te levantes con ganas de "hoy quiero más que ayer". Más que aprender, más que descubrir, más "primeras veces". Y por las noches te arropa con una caricia en la mejilla, "descansa y sueña bonito. Ha sido un gran día, te lo mereces".
Esa autoestima que no debe confundirse con vanidad o soberbia, sino simplemente con un "soy yo y me gusto". Me gusto con mis virtudes y mis defectos y con el cuerpo que me transporta. No necesitas demostrarle nada a nadie, ni superar ningún exámen diario, no necesitas estar en estado de alerta, porque no te sientes amenazado. El día que comprendes que eres la mejor amiga, la mejor amante, la mejor madre, la mejor niña, la mejor mujer, la mejor vecina o la mejor compañera que podrías tener, tú para ti misma. Ese día la ansiedad, los miedos, las excusas y las apariencias desaparecen, dejan de tener ningún sentido.
Y esos huecos los ocupan la curiosidad y las ganas de. Cuando abres tu mente eliminando las barreras, te abres a la inmesidad de oportunidades que siempre han estado ahí, pero nunca las has visto.
Evidentemente en este proceso no he estado sola, he sido súper afortunada de contar con cómplices en muchas aventuras y muchísimas primeras veces, con grandes personas que me querían tanto que siempre me decían la verdad, aunque fuera dolorosa, y que seguían a mi lado aun sabiendo que me estaba equivocando, para recogerme cuando cayera. Con pacientes amigos que me han escuchado una y mil veces hablar en círculo de lo mismo, o mejor todavía, no decir ni una sola palabra de aquello a lo que le estaba dando dos mil vueltas, y que por supuesto ellos sabían que algo pasaba.
Los días 8 y 9 de Octubre pude disfrutar de la experiencia de asistir a mi primera Feria del Libro.
A mediados de Agosto, un día como otro cualquiera me planteé que me gustaría vivir esa experiencia. Lo primero a lo que me tuve que enfrentar fue al miedo que me daba a plantarme delante de todo el mundo como la autora de un libro, como si no fuera merecedora de ese título, como si no fuera lo suficientemente buena como para autodenominarme escritora o valorarme como tal. Lo superé repitiéndome una y mil veces "tú puedes hacerlo. Has escrito un libro y has conseguido publicarlo. Te lo mereces". Me miraba en el espejo aconsejándome a mí misma "si quieres que los demás te vean como una escritora, tendrás que actuar como tal".
Incluso llegué a cabrearme conmigo misma diciéndome " ¡Joder!, eres gilipollas si piensas que va a aparecer una hada madrina en medio del salón y con un toque de su varita va a conseguir el milagro. Si quieres la luna, bájala tú".
Superada la fase más difícil, ya solo tenía que averiguar qué tenía que hacer para estar allí.
Así fue como conocí a la Asociación de Murcia Romántica (www.asociaciónmurciaromantica.com ), quienes me ayudaron, aconsejaron y arroparon con tanta naturalidad y generosidad que nunca más me surgieron las dudas o las inseguridades. Bueno al menos no las tuve hasta que llegó el día, pero rápidamente se desvanecieron al sentirme acompañada por M.J. Ruiz (www.mjruiz.com ) y Ana quienes iban a estar conmigo en la caseta, por lo que no me sentía sola ante el peligro.
Estaba súper nerviosa y a la vez súper ilusionada, pero me sentía muy segura de lo que estaba haciendo, estaba donde quería estar. Lo vivía como un reto que también había consegido.
Vinieron todos mis tíos, mis primos, mis padres, mis amigos... haciendo cola para darme un beso, una enhorabuena y su apoyo incondicional. Me sorprendió como todos coincidían en la frase "estás mejor que nunca, más guapa, más estupenda", cuando en realidad yo estaba hecha un flan por dentro. Pero enseguida comprendí que lo que ellos veían era la luz que emanaba de mi mirada, la ilusión y el orgullo de haberlo conseguido, la felicidad de estar viviendo esa experiencia, de haberme superado. La satisfacción de estar disfrutando de la recompensa por superar mis miedos. Y entonces me dejé llevar... y la magia se hizo.
Una mujer paso por delante, se paró hipnotizada mirando mi libro, levantó la cabeza para mirarme, volvió a mirar la portada y me dijo:
- Esta eres tú. Tú eres la autora- con una dulce sonrisa en su rostro.
- Sí, yo soy la autora - la autoconfirmación que en ese preciso momento necesitaba.
- Me encanta la portada, me ha llamado la atención, y más aún cuando te he visto a tí. ¿De qué trata?
Empecé casi balbuceando a contarle y poco a poco mi voz fue recuperando su tono habitual y su seguridad conforme comprobaba como a ella se le iluminaba la cara con mis palabras. Le enseñé algunas de las ilustraciones del libro, le expliqué que por los Códigos QR podía escuchar la banda sonora de la historia, y ella cada vez estaba más ilusionada.
- Lo necesito. Me parece impresionante lo que me estás contando. Me encanta.
Ahí, justo ahí, mi primera Feria del Libro me dejó huella para siempre.
Tras ella, las personas interesadas se fueron sucediendo, y yo cada vez me sentía mas como pez en el agua.
La jornada del domingo se presentaba mucho más tranquila, pues mi horario era a primera hora de la mañana. Pero tuvo su gran momento también cuando una señora que desde lejos la vi observarme y acercarse poco a poco, llegó y me dijo:
- Tú eres Maribel Nicolás, ¿verdad?. La autora de este libro - sacándolo de una bolsa.
Yo no la conocía, por lo que me quedé un poco estupefacta. Le confirmé que efectivamente era yo y ella empezó a contarme, emocionada, que había comprado el libro por plataformas online porque le gustó mucho la portada y la sinopsis le pareció interesante. Al enterarse por las Redes Sociales que iba a estar en la Feria del Libro de su ciudad no dudó ni un segundo en venir a conocerme en persona y que le firmara el ejemplar.
Sinceramente no daba crédito, la mujer hablaba y hablaba de todo lo que la lectura de ese libro había significado para ella. De lo agradecida que estaba por todas mis palabras que le habían llegado muy hondo. Charlamos y charlamos, sin darnos cuenta que una mujer se paró a nuestro lado y atentamente nos estaba escuchando.
- Siento interrumpir, pero es que yo ahora no me puedo ir sin ese libro a mi casa- dijo la mujer que nos escuchaba encogiéndose de hombros.
A nosotras se nos escapó un pequeña risa y la unimos a nuestra conversación. De repente tenía un club de lectura improvisado. Increíble.
Una mañana de domingo que, a priori, parecía iba a ser muy sosa, se había convertido en toda una experiencia ilusionante y emocionante.
Cuando mi turno en la caseta terminó, decidí dar una vuelta por la Feria. Iba flotando, mezclándome con otros transeúntes, como degustando el saborcillo que había quedado de "¡Qué pasada!". Hasta que de casualidad, y teniendo en cuenta lo despistada que soy fue una grandiosa casualidad, vi que una mujer iba andando con mi libro en la mano. Lo que me provocó una sonrisa para mis adentros de oreja a oreja. Pero es que a los pocos pasos, vi a otra, y por último volví a ver a la mujer que había venido a conocerme esa mañana.
Cuando ella me vió, señaló el libro que llevaba expuesto y me sonrió ilusionada.
- ¡Hola, otra vez!. Le he dicho a mi marido que nos teniamos que dar varias vueltas por el Paseo con el libro así, para que todo el mundo lo vea.
- Me parece incríble, muchisímas gracias por todo. Realmente eres lo más bonito que he visto hoy, paseando del brazo de tu marido con mi libro en la otra mano. ¿ Me dejas que te haga una foto?.
- Por supuesto. Es lo menos que puedo hacer por tí, después de todo lo que tú me has dado.
Fue un fin de semana muy intenso, con 800 kilométros a mis espaldas, jornadas de Feria, y pocas horas de sueño... pero, sinceramente, si tengo que resumir mi impresión tan solo diría MARAVILLOSO.
Gracias a todos los que estábais acompañándome, presencial y telemáticamente, viviendo conmigo una de mis "primeras veces" más importante para mí. Como persona, lo primero, y como escritora después.
No hace falta decir, que si denomino a ese evento como mi primera feria, es porque tengo la firme y clara determinación de que tan solo sea eso, la primera de muchas más.
¿ Me acompañaréis también en las siguientes, verdad?.
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