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Pues quizá pueda decir que todo empezó ese día que...


Era una tarde fría de Noviembre, fin de semana, aún no me había acostumbrado al agujero negro en el que se convertía mi casa cuando "toda mi vida" se iban a la casa del padre, por lo que procuraba, por mi aparente estabilidad emocional, pasar el menor tiempo posible allí.

Siete de la tarde, noche profunda, buscando aparcamiento en el barrio de María, con quien había quedado para tomar una cerveza.

- ¿A qué le estas dando vueltas?- me pregunta María con tono cariñoso.

- Llevo unos días pensando que hubiera estado guay ir escribiendo un blog, a modo diario, de estos dos últimos años. Hubiera sido la leche, seguro que hay muchas mujeres que me hubieran entendido y nos hubieramos reido mucho... Porque no me vas a negar que ha sido surrealista.

- Bueno, si lo cuentas tú, nos reiremos mucho, seguro. Pero aún estás a tiempo, empieza ahora.

-¿Ahora?... ya pasó todo.

- Tú todavía lo estas viviendo, todavía le sigues dando vueltas a un montón de cosas. Te va a venir bien soltar todo eso que llevas dentro. Siempre has querido escribir un blog y creo que se te va a dar bien y que te va a gustar. No le des más vueltas, hazlo.

- Pues si... me da que, como siempre, tienes razón.


Giro la cerradura de casa, dejo el bolso sobre la silla de la entrada, y el abrigo cayendose encima de él. Directa a por el portátil.. "Por favor, Dios mio, dime que tiene batería". "Toma ya, está claro que hoy es el día". Me siento en el sofá de una casa silenciosa, fría y a oscuras. Abro el portátil, nuevo documento de Word. Página en blanco, entro en un estado de puntos suspensivos. Ella me miraba a mí y yo a ella, tan grande, tan blanca, tan vacía... y ahora qué. "¿Cuál es el principio?". Mis dedos bailoteando por encima de las teclas, sin tocarlas, claro está, nerviosos.

"Bueno, pues ¿Cuál es el final?"... y escribo: Bye, bye, my darling. En el centro de la página, con letras grandes, en negrita. Me encanta, esa es la frase que efectivamente lo resume todo, lo que se puede contar y lo que no. O lo que es lo mismo "Chao, chao, bacalao", pero dicho con más glamour.

Siguiente página, sin pensarlo, ni planificarlo ni leches... tan sólo mis dedos empiezan a escribir como locos..."Pues quizá pueda decir que todo empezó ese día que..."

A partir de ahí tan solo vomité, con algunas pequeñas pausas, pues repentinamente me quedaba un poco bloqueda. Y lo mejor en esos momentos es levantarte e ir a hacer pis, conforme la vejiga se va vaciando, las ideas fluyen. ¿No lo habéis probado nunca?, es mano de santo, supongo porque simplemente coges un poco de distancia y generas movimiento muscular que conlleva riego sanguíneo, pero a mí me encanta pensar que mis mejores ideas salen de un retrete.

Por supuesto también había otros momentos más difíciles, esos en los que el nudo de la garganta era tal que no podía ni respirar, reviviendo otra vez algún que otro sentimiento ya pasado, pero que estaba muy claro que aún no superado. De manera analitíca me imaginaba desde fuera, como la narradora de una película con una balada de banda sonora, llegando a poner puntos a frases que tan solo signficaban un "no puedo más, hasta aquí". Entonces la terraza mirando al vacio era mi vía de escape.

Esa noche me acostaba a las cuatro de la madrugada, más ligera, más triste, más centrada y más satisfecha que la noche anterior... Había encontrado un nuevo reto, nuevamente un viejo sueño por cumplir, escribir. Me gustaba, sip.


Un año más tarde, encerrada en mi casa con "toda mi vida" dentro y cientos de páginas ya escritas suena el movil

- ¿Qué tal?, ¿Qué haces?- me pregunta mi hermano mayor.

- Pues estaba escribiendo... sabes me está rodando una idea desde hace unos día y no sé si es demasiado locura.

-A ver, sorpréndeme, que me das miedo. ¿Qué se te ha ocurrido ahora?

- Me gusta mucho lo que estoy escribiendo, me he dado cuenta de que poco a poco he sabido ir gestionando y llevando bastante bien el proceso... ¿Tú crees que podría publicarlo como libro?- esta última pregunta como un hilo de voz, aprentando fuerte los ojos y la mandíbula.

- Me encanta la idea. Sí, puedes y debes.

-Pero a lo mejor alguna persona se siente ofendida, ¿no crees?

- Bueno, eso seguro, pero para eso ahora vas a escribir un libro. Hasta ahora has estado escribiendo una terapia, que te ha ayudado mucho. A partir de ahora búscate un editor e investiga quién te puede ayudar y dar las directrices para escribir un libro basado en esa historia. Lo dificil ya lo tienes, el qué contar.

-Ehhh!!! guay... me encanta.


Con el equipo perfecto entre una editora que se levantaba a las 6 de la mañana, una escritora que se acostaba a las 4 de la madrugada y una correctora sensata con horario de oficina, la maquinaria estaba siempre en marcha al estilo de cama caliente. Por lo que tras seis meses de trabajo intenso y una hemorroide que de vez en cuando me recordaba que pasaba demasiadas horas sentada, saboreé como un triunfo el momento que presioné el botón "enviar" del correo con la tripa y la cubierta dirigido a la imprenta. Ahora que sea lo que Dios quiera.

Mis amigas lo celebraron con tal júbilo que me hicieron sospechar que tal vez las había estado torturando en exceso. Pero yo seguía fingiendo no darme por aludida cuando alguna, de manera sibilina, me preguntaba " ¿Y no te has planteado buscarte a algún churri que te tenga un poco entretenida?". Pues no, no me lo he planteado, ya veis, cada uno con su libro. Aunque confio plenamente en el caprichoso destino, ya cada cual que lo interprete como quiera.

Veinte días más tarde mi salón estaba lleno de cajas. Tras recibir el video de como abría una de ellas al puro estilo de unboxing reel, les quedó muy claro que todavía hay libro para rato, pues aquí, la menda, cuando coge la linde se lleva al borrico por delante, si hace falta.

Pero eso sí, el 17 de Junio cuando los convoqué a todos para presentar a mi "cuarto hijo", como lo he bautizado, todos estaban allí, haciéndome sentir la mujer más afortunada del mundo.

Gracias a todos los que me habéis escuchado una y otra vez, a todos los que cuando he estado a punto de tirar la toalla, me lo habéis impedido, a todos los que habéis confiado en mí ciegamente y sin dudarlo habéis comprado un ejemplar y a todos a los que tras leerlo ( con asombrosa rapidez muchos de vosotros) me habéis mandado vuestra opinión sincera.

Este último mes he crecido como un palmo, pues no os imagináis el orgullo que se siente al escuchar a los lectores decir lo mucho que han disfrutado.

Tengo un sueño... quiero llegar a medir lo mismo que Tachenko, por lo

que, por favor, seguid leyendo el libro y mandándome vuestras críticas.

" Bye, bye my darling". Maribel Nicolás.









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